Los integrantes de la secta yogui que lideraba Eduardo Agustín de Dios Nicosia terminaron siendo solo cuatro personas tras su muerte. Hoy enfrentan un juicio por una trama de terror que descubrió la Justicia Federal.
Por Fernando del Rio
Hace algún tiempo atrás una valiente víctima decidió ir a la justicia y contar lo que le había pasado desde que era una niña. Que había no solo sido retenida contra su voluntad sino sometida distintos niveles de tortura mental, física y espiritual. Y que hasta había gestado un hijo que, biológicamente, le pertenecía a su propio padre. Era nada menos que la hija del líder de una secta yogui.
Esa secta yogui de Hotel City de Mar del Plata llegó a juicio aunque sin su estrella espiritual, sin su guía, sin el Swami Vivekayuktananda que hoy debe vibrar en alguna dimensión a la espera de reencarnar en vaya a saberse qué forma.
El guía ausente es Eduardo Agustín de Dios Nicosia, conocido como Swami Vivekayuktananda, un rango elevado en el mundo hinduista, el que solo alcanzan aquellos con el carisma y la sabiduría para hacerse llamar así: “amo de sí mismo” o “dueño”.
Nicosia falleció en enero de 2021, en la cárcel de Ezeiza. (Foto Infobae).
La Justicia Federal de Mar del Plata, aquella que se hizo cargo de la investigación a fines de 2017 tras la denuncia de la mujer y la materializó con los allanamientos del 3 de julio de 2018, hoy juzga a los único cuatro miembros que permanecen vivos de esa organización. Silvia Cristina Capossiello, esposa de Nicosia -y madre de la denunciante inicial-, Sinecio de Jesús Coronado Acucero, Luis Antonio Fanesi y Fernando Ezequiel Velázquez enfrentan hoy la acusación de Juan Manuel Pettigiani y Carlos Fioritti ante el juez Roberto Falcone, Fernando Machado Pelloni y Nicolás Toselli.
Mucho se ha escrito desde que el caso salió a la luz y no todo giró en torno a las 32 víctimas -las que la Justicia pudo identificar-, sino también a las acciones de un grupo que durante más de 4 décadas se movió entre Mar del Plata, Buenos Aires y Venezuela sin mayores complicaciones. En ese tiempo Nicosia controló la vida de muchos de sus seguidores, tal como refiere la acusación fiscal, se apropió de muchos bienes, de dinero y hasta de la identidad.
Es que durante gran parte del derrotero espiritual, Nicosia tuvo 15 hijos con quienes formaban parte del grupo, uno de ellos con su propia hija. Otros con mujeres de la congregación a las que, según la investigación, las obligó a darle un padre ficticio para evitar futuros reclamos. Ese delito de alteración de identidades y todos los demás como trata de personas, abuso sexual y acopio de armas se extinguieron con la muerte física del Swami, pero su legado alcanzó a sus compañeros. Hoy su esposa Capposiello afronta la posibilidad de una elevada pena por ser coautora del delito de trata con fines de explotación sexual y laboral agravado y del delito de hacer incierto y alterar la identidad de catorce personas menores de diez años, el que concurre idealmente con el delito de falsedad ideológica de instrumento público. Pero también por partícipe necesaria del delito de abuso sexual agravado en reiteradas ocasiones de tres víctimas; y como autora del delito de acopio de armas de fuego y resistencia a la autoridad.
Coronado resultó ser el hombre que acompañó siempre a Nicosia e incluso en Venezuela, cuando ambos tenían 34 años. En junio de 1980 -ya habían dejado Mar del Plata tras iniciar la organización en 1973- los dos quedaron imputados del brutal asesinato de Zoraida Josefina Fernández, en Caracas. Fernández era una mujer que se atrevió a buscar apoyo espiritual en ese grupo que se comentaba como eficaz. Primero la despojaron de sus acciones en la firma Inversiones Río de La Plata y luego de su vida. Su cuerpo apareció seccionado en trece partes.
Luego de salir de Venezuela, la secta regresó a Argentina y se instaló en el conurbano, en Moreno, se cree que volvió a Venezuela y finalmente, tras un paso por Mendoza, se reafirmó en Mar del Plata en el año 2000. En esa época adquirió el Hotel City, de Diagonal Alberdi 2561, y se transformó ese céntrico punto de la ciudad en un establecimiento de frecuente actividad yogui. Fue en ese hotel en donde el 3 de julio de 2018 todos fueron detenidos y en donde la policía secuestró una impresionante cantidad de armas.
La investigación de la Justicia Federal no solo pudo sumar prueba alrededor de todos los delitos denunciados sino que pudo llegar, incluso, a conocer que el grupo yoga había adquirido propiedades hasta en Nueva York y supo tener cuentas en renombrados bancos estadounidenses.
El juicio
El pasado lunes comenzó el juicio en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata con la presencia de los imputados y la participación a distancia de, por ejemplo, la querellante Inés Jaureguiberry, defensora pública de víctimas. Jaureguiberry representa a las 32 víctimas, de las cuales se cree que 21 podrán declarar y contar sus padecimientos. Es probable que los testimonios incluyan a la hija denunciante de Nicosia y también a un hijo.
Se espera un juicio extenso, ya que solo se desarrolla los días lunes, en principio, y el próximo será el momento de plantearse las cuestiones preliminares y de que las defensas hagan sus planteos. Se cree que buscaran que se declare prescriptos algunos delitos. Y luego, algo especial: las fuentes judiciales aseguran que al menos tres de los imputados tienen deseos de hacer declaraciones.